Nuestro Segundo Cerebro!!!

Nuestro Segundo Cerebro!!!

Hasta hace muy poco  tiempo se pensaba que todo lo relacionado con nuestras  emociones, sentimientos y pensamientos dependía sólo de nuestro cerebro. Sin embargo, hoy en día sabemos y está comprobado científicamente que tenemos un segundo cerebro, y que  está en el estómago.

No es de extrañar que estudios recientes demuestren  que muchas de las anomalías psicoafectivas (depresión, irritación, ansiedad, hiperactividad, entre otras…) estén más relacionadas con la salud intestinal que con los desequilibrios de los neurotransmisores cerebrales. Vamos a explicar porque los científicos han llegado a estas conclusiones.

Un hallazgo reciente y de vital importancia publicado en un artículo de la revista Dsalud, es que nuestro cerebro guarda una estrecha relación con el intestino, ya que ambos comparten algunos de los mismos neurotransmisores. Hoy sabemos que la serotonina es el principal neurotransmisor que regula nuestras emociones seguido de la dopamina, y que el 95% de serotonina y el 50% de dopamina que circulan por nuestro organismo se producen en el intestino.

Curiosamente según publicaba hace poco la revista Science, tenemos la tendencia a mostrar un comportamiento más agresivo cuando tenemos el estómago vacío. Una de las razones es que la dieta es la principal fuente de triptófano, un aminoácido necesario para que el cuerpo produzca uno de los neurotransmisores más relevantes en el control de las emociones, la serotonina. Por lo tanto, cuando no comemos,  el triptófano y la serotonina disminuyen, hasta el punto que pueden incrementar los niveles la agresividad.

¿NUESTRO ESTOMAGO TIENE SENTIMIENTOS?

El sistema nervioso entérico esta escondido en nuestra pared abdominal, forma parte del sistema nervioso autónomo, es el encargado de controlar nuestra digestión y contiene alrededor de 100 millones de neuronas. Es por esto que debemos escuchar más al sistema digestivo. De cómo sintamos nuestras tripas depende nuestro ánimo. Si aprendemos a escuchar sus señales estaremos más sanos y equilibrados.

Es muy parecido al cerebro: tiene varios tipos de neuronas, células gliales de apoyo, hormonas y neurotransmisores. Si nos paramos un momento a pensar acerca de lo complicado que resulta el proceso de digestión, tiene todo el sentido que haya una red de nervios que controlen todo el proceso de mezcla de los alimentos para que las enzimas realicen su trabajo eficazmente.

Lógicamente el sistema nervioso entérico no tiene emociones/sentimientos pero influye notablemente en nuestros estados de ánimo. Los neurotransmisores que se producen en el estomago no pueden sobrepasar la barrera encefálica pero si pueden influir en las señales que son enviadas a nuestro cerebro pensante, quizás más entretenido en los procesos mentales más complejos y conscientes.

Veamos algunos ejemplos concretos:

El estomago,  no se a vosotros, pero a mi se me cierra en situaciones de tristeza, miedo, luto, estrés. También solemos perder el apetito cuando nos enamoramos. Notamos el vacío, o como una especie de sensación de frío en situaciones emocionales como el abandono o la frustración.

¿Quién no ha sentido “mariposas en el estomago”?. Esta sensación se produce porque la sangre se desvía hacia el estomago, en realidad, no es más que una manifestación producida como resultado de las respuestas al estrés, los nervios o la angustia que primero se han generado en nuestro cerebro.  Concretamente en nuestra amígdala (comandante-jefe de nuestras emociones). Hablaremos de ella en otro artículo.

Así que, llegados a este punto,  se hace imprescindible tomar conciencia y dar la suficiente importancia a seguir una dieta sana y equilibrada, sin olvidarnos de: hacer ejercicio, no estresarse, ser coherente con uno mismo, meditar, leer, cultivarse, divertirse, evitar las relaciones tóxicas, etc…. No sólo repercutirá en nuestra salud física,  sino en nuestra actividad cerebral y por ende en nuestro estado de ánimo.

Seguramente que con toda esta retahíla de buenos consejos, probablemente no os descubra nada nuevo. Pero lo importante no es sólo saberlo, sino…. hay que…..(palabra mágica), “Practicarlo”.

Nuestro estómago puede ser un enorme pozo sin fondo, donde metamos todo lo que encontremos a nuestro paso, en especial toda clase de comida basura (harinas refinadas, azucares blancos, bebidas gaseosas, pizzas, hamburguesas,  dulces, etc.…). Intentando acallar o calmar un hambre que no es real sino que se haya escondido debajo  del terrible monstruo de la insatisfacción,  la ansiedad, el estrés, y la falta de proyección de uno mismo.

Aprendamos a controlar nuestros pensamientos y emociones, para el primer cerebro, y con lo que ya sabemos, alimentémonos de forma saludable para nuestro segundo cerebro. 

Noemí Primo